La
cocinera evoca la muerte de su hijo Facundo, de seis meses, y cuenta cómo hizo
para salir adelante después de tanto dolor.
Maru llega al consultorio con una enorme sonrisa y esa
mirada tierna en la que el dolor ha inscripto su marca.
¿Hay algún tema del
que no querés hablar? No.
Contame un poco de tus
padres. Somos una familia de clase media, con un papá médico
de cabecera como había antes y una mamá ama de casa. Vivíamos en una casa súper
normal. Papá trabajaba mucho y mamá es maestra, pero siempre se tomó su tiempo
para estar con nosotros.
¿Cuántos hermanos son? Somos tres, dos varones y yo, la más chica. Un día mi
papá y mi abuelo le estaban yendo a dar de comer a unos perros y mi hermano fue
corriendo para ver y se cayó de un 4º piso, a los nueve años. Yo era muy
chiquitita. Eso me quedó grabado. Papá agarró uno de esos carritos de flores,
lo levantó y lo llevó al Hospital de Niños. Estuvo un mes grave, en coma, y por
suerte se recuperó.
¿Recordás algo de ese
momento? El ruido. Yo estaba en el baño con mamá y escuché el
ruido y el grito. Después se me borró todo.
Hablame de tu
infancia. Tuve una infancia muy linda,muy familiar, de mucho
cariño, si bien no había grandes lujos. Teníamos conciencia de lo que costaban
las cosas pero también veíamos a mi papá y mi mamá que nos daban los gustos que
podían. A mí me costaba pedirle plata a papá, me daba la idea de que le costaba
mucho. Y así fue que a los doce años empecé a vender tortas por el barrio. Me
encantaba cocinar: mis abuelas cocinaban, yo leía libros de Doña Petrona y de
repente apareció esta idea. Fue por el tema de la plata. Y como antes no pasaba
nada, ponía cartelitos en el ascensor, en el almacén. Así
empecé.
¿Qué dijeron tus
padres cuando se te ocurrió esto? Mamá estaba medio
asustada porque veía que yo agarraba recetas y ofrecía tortas que nunca en mi vida
había hecho. Entonces me ayudaba o se horrorizaba de lo que hacía. Me compraba
mucho la gente del edificio. No sé si pensarían que las hacía mamá pero me
compraban.
¿Tus padres viven? Sí.
¿Cómo te llevás con
ellos? Bárbaro, excelente.
La familia es importante
para vos. Muy importante.
¿Cuando eras chica, con qué soñabas? Soñaba con tener una familia grande, pero eso me lo
guardé, nunca lo dije a nadie. Veía Los Brady Bunch, Los Ingalls, me encantaban
esas series de familia. Siempre les cuento a mis hijos que desde chica, cuando
pasaba por debajo del puente del tren, decía "quiero tener un montón de
hijos". Por eso les digo que pidan deseos, porque se cumplen.
Tenés que tener
cuidado con lo que deseás. (Risas) Ni siquiera
cuando me casé lo conté. No es que le dije a Bernie "me muero por tener
muchos hijos".
¿Con tu esposo nunca
hablaron de ese tema? No. El sabía que yo
tenía esa cosa de mamá. Cuando me puse de novia, una de las abuelas de él me
dijo "vos vas a tener un montón de hijos".
Y se te iluminó el
rostro. No dije nada. No lo quería asustar. El día de hoy se
debe pellizcar cuando piensa en la cantidad de hijos que tuvo (risas).
¿Cuántos chicos tenés? Siete... ocho con el bebito que se me murió.
¿Querés hablar de eso? Siempre lo tengo presente, forma parte de mi vida
todos los días. Fui a un montón de charlas, mucho ejercicio de dejarlo ir. Y
sí, lo dejás ir, pero lo tenés posicionado en un lugar que a vos te hace bien y
que lo tenés. Es raro, siempre lo estás buscando. Es el que te falta.
¿Qué edad tenía? Facu tenía seis meses.
¿Fue muerte súbita? Sí, y lo bueno es que fue muy hablado en casa. Hoy los
más chiquitos ya están más grandes y preguntan "¿por qué se murió
Facu?" y les decimos que fue algo inexplicable, que nunca se pudo saber.
El otro día, uno me preguntaba "¿él tenía algo, estaba enfermo?" Y me
encanta que me puedan preguntar, que en casa nunca haya habido un tabú, nunca
dijimos "de esto no se habla".
Sentiste que te iba a
hacer bien hablarlo. Sí. En un momento
sentí que no valía la pena llorar más. En ocasiones me sentí egoísta por llorar
delante de los chicos.Lloraba cuando estaba en misa, trataba de hacerlo
disimuladamente pero no delante de los chicos. Hay fechas determinadas en las
que ellos se acuerdan especialmente, como el Día de la Madre...
¿Y a vos qué te pasa el Día de la Madre? Me conecto mucho espiritualmente.Por suerte tengo
mucha fe y eso me hace bien. Lo que pasa es que nunca pude encontrar una
explicación, me pasaron cosas, tuve señales, pero nunca una explicación.
¿Qué querés decir con
señales? Señales de que algo iba a pasar. Hoy me acuerdo de
situaciones, de sentir que algo estaba dando vueltas.
¿Qué fue lo primero
que sentiste? La primera sensación
que tenés es de desaparecer de este mundo.
Claro, porque no
soportás tanta angustia. Decís "no me
puede haber pasado esto". En ese momento estábamos en San Martín de los
Andes, en un hotel casi sin gente, no conocíamos a nadie y sabíamos que si
levantábamos un teléfono se nos iba a venir toda la prensa. Fue empezar a remar
ese momento solos.
¿Cómo te enteraste? Llamó mamá a las 4 de la mañana y habló con Bernardo.
El bebé se había quedado con ella. Yo tenía a Facundo de seis meses, a Santy
que tenía un año, a Sofy que tenía tres, a Maty que tenía cuatro. Y los otros
seis y nueve. Mi vieja es un sol, súper abuela. Me costó dejarle al bebé, pero
dije "por tres días, para qué voy a someterlo al frío, llevar a la chica,
toda la historia". Lo pensé como una cosa de lógica. Esa noche llamé a
casa a las diez de la noche y mi mamá me dijo:"Quedate tranquila, está
durmiendo, está todo bien, mañana nos vemos..." Y a las 4 llamó a
Bernardo.
¿El te lo dijo? Sí. Quise desaparecer del mundo en ese instante. No
podía soportar tanta tristeza. Ahí mismo empezamos a meter la ropa en los
bolsos como podíamos. Teníamos un vuelo que salía a las cinco de la tarde. Eso
fue tortuoso porque ese camino es divino, pero era una tristeza... Ahí deseé no
ser conocida, pensaba que todos dírían "falta uno, falta uno..." Yo
me quería morir. Y ahí encaré a una chica de la aerolínea y le dije que tenía
que ir ya a Buenos Aires, la chica no me preguntó nada. Y todo el tiempo
pensaba que era mentira, que no podía ser, hacía una semana había ido al
pediatra, el bebé estaba impecable. No me podía estar pasando eso. Se mezclaba
la culpa, el "por qué lo dejé"... mucha gente te ve pilas y te
pregunta cómo lo superaste. Y no, no lo superás jamás. El tema es elegir el
camino, o me quedo tirada en la cama y listo o sigo.
Pero necesitaste tu
momento, supongo. Lo tuve, pero a solas.
Porque en mi casa soy un referente de alegría total, siempre fui la mamá fuerte
y esto fue un cachetazo enorme para toda la familia.
¿Te permitiste ser
humana, no ser esa mamá que todo lo puede? Sí. Me acuerdo de que en ese momento Agus estaba con
una psicopedagoga que me salvó, porque para él fue más difícil, el más grande,
el que vivió la parte más triste.
El que se daba cuenta
de todo. Sí, además, como todo fue tan repentino, ella me dijo
que Agus tenía que ir al entierro sí o sí, Luchy podía escribirle algo e ir si
quería y los demás no. Agustín fue a un entierro de un chiquito que se muere
así... Yo estaba destrozada. Me dolía que, siendo tan chiquitos, vivieran una
tristeza tan grande. Pensaba en ellos, en qué podía pasar. Después me di cuenta
de que los fortaleció. Me acuerdo de que, después de que falleció Facu, los dos
más grandes todas las noches se iban a dormir con un pijama mío. Yo no sabía
qué hacer. Y la psicopedagoga me dijo que era normal, que si en un mes seguían
igual íbamos a hacer algo. Al mes clavado, no ocurrió nunca más. Yo siento que
de arriba te mandan una fuerza que no sé de dónde la sacás, pero fue
dificilísimo.
¿Bernardo cómo lo sobrellevó? Creo que los dos lo llevamos diferente. A Bernie le
venía el cuestionamiento de que no había estado mucho con él, porque la que
está todo el tiempo con el bebé es la mamá. Y a mí me vino una sensación de
mucha responsabilidad, un apego mucho más fuerte. Pasamos momentos muy
difíciles. Nunca te ponés a pensar en esas cosas, pero si no estás muy firme en
tu matrimonio, en tu familia, en todo lo que construiste, es un momento de
incertidumbre, de temblequeo, de decir "¿por dónde voy?"
¿Nunca te enojaste con
Dios? No. Al contrario, era mi manera de comunicarme con
Facu. Nunca me agarró enojo ni bronca. Sí, intriga. Yo creo que la vida
espiritual está buena porque si no tenés nada en qué sostenerte, caés en un
vacío.
Tu historia parecía un
cuento de hadas y de repente irrumpió la tragedia. ¿Cuánto tiempo estuviste sin
trabajar? Un mes. Creo que salí a los quince días al aire. Fue
terrible. Me acuerdo de estar hablando y ver a todos los cámaras llorando
atrás. Y yo con esa sensación de ahogarme y no poder hablar más. Pero fue sobre
todo porque el más grande mío me dijo "ma, tenés que ir a trabajar, te van
a rajar". Y ahí pensé que ellos necesitaban verme de otra manera.
¿Te hizo bien volver? Sí, aparte en ese momento estaba con Diego (Pérez) que
es un divino. Dieguito ahí se puso la mochila al hombro y se lo agradezco
eternamente. Yo me acuerdo que el día que falleció Facundo le pedí que me
vuelva a hacer reír. Fue terrible. En ese momento pensás que nunca más en la
vida vas a volver a reír. Y después me di cuenta de que la tristeza y la
alegría van de la mano.
Después de un hecho
así, ¿le tenés miedo a algo? Quedé en estado de
alerta. Yo ahí sentí que tenía el desafío de tener otro bebé. Te juro que un
momento dije "acá se equivocaron".
¿Con qué? Con la muerte del bebé. Yo leí que cada alma tiene un
mensaje que baja a determinada familia.
¿Creés que Facu traía
un mensaje a tu familia, lo dejó y se fue? Sí.
Entonces, ¿por qué
"se equivocaron"? Yo tenía la sensación
de que no había motivo por el cual se tendría que haber ido. Y por otro lado,
tenía miedo de que las chicas no quisieran tener hijos, que les hubiera quedado
tan marcada la tristeza que el día de mañana fuese una barrera por temor a que
les pasara lo mismo. Y Bernie no quería saber nada, tenía miedo.
¿Le dijiste que querías tener otro hijo? Sí. Lo respeté un montón porque también me daba miedo,
porque nadie es dueño de la vida y no sabés qué puede pasar. Pasó el tiempo y
cuando él quiso tuvimos otro bebé, Juani. Lo increíble fue que Juani nació con
una marca, un lunar. Facu tenía uno en la espalda que era muy notorio, el lunar
del Príncipe le dicen. Y eso para mí fue impactante. El embarazo fue súper
difícil.
¿Qué pensabas? Me preguntaba en qué me había metido, trataba de
sobrellevar mis miedos sola, de no contárselos a nadie. Y entonces, después, la
otra vino de sorpresa. Me acuerdo de que Bernie decía "son un montón"
y yo no dije nada. Sonrisa y felicidad. Los considero como a un milagro a los
dos.
¿Necesitabas volver a
tener a un bebé en tus brazos? Sí. Sentía que alguien me estaba diciendo "acá no
se cortó, dale, animáte, no pasa nada". Y si bien tenía un montón de
miedo, sentía que lo tenía que hacer.
Enfrentás al miedo. Sí. Estoy un poco exhausta (risas). La verdad es que
después de todo eso quedás en un estado de alerta muy grande. Pero los chicos
tienen que llevar una vida plena, segura. Los dejo hacer. Me dicen "mamá,
voy a tal lado" y les digo que sí.
-Y te quedás angustiada. Sí. Ahora estoy mejor. No bien
falleció Facu era terrible, pero quise evitar que ellos sintieran que su mamá tenía
miedo por todo. Porque la verdad es que es la vida, y es triste, y la muerte es
triste en todo momento... Me quedó esa sensación de no haber podido verlo
crecer. Pero cada uno encuentra una explicación de por qué fue.
¿Me parece a mí o vos estás en el medio? A veces la
encontrás y otras veces seguís creyendo que esto fue un error. Y sí, no estoy en la paz. Me acuerdo de que una vez
estaba hablando con la mamá de una compañera de Luchy, que tiene una chiquita
amorosa con una pequeña deficiencia, y le dije "yo tengo mi cruz".
Ella se quedó impresionada y me dijo que no tendría que ser una cruz. Será que
todavía no pude transitar esa parte de decir "está todo bien"; él
está en paz, yo estoy feliz.
¿Estás preparada para
que, luego de semejante tragedia, tal vez eso no llegue nunca? Sí, lo tengo asumido.
¿Sentís que siempre va a faltar algo en tu vida? Y sí, pero creo que es normal. Eso de que la pérdida
de un hijo no tenga nombre. Es inexplicable y nadie te puede entender, salvo
que lo haya pasado. Es como que te sacan parte de vos.
¿Cuál es el sueño más
importante en este momento de tu vida? Que mis hijos sean felices.
¿Y más allá de la
maternidad? Volver a tener un
lindo programa de televisión. Porque a mí me encanta la comunicación con la
gente, me encanta la tele que hacía antes, la sentía más sincera. Hoy me da un
poco de miedo, tenés que cuidarte mucho en lo que hacés, de lo que decís.
¿Podrías resistir la
presión del medio a armar un living con los divorcios o peleas del momento? Sí, dije que no el año pasado. No me gusta meterme en
la vida de los demás. Me parece que la vida íntima tiene que ser respetada. Lo
primero que vos me preguntaste hoy es si tenía algún problema en hablar de
algo. Y eso es lindo, eso es importante. Creo que se perdió mucho eso en la
vida misma. Hay una falta de respeto, de valores. Me preocupa que el argentino
esté tan frío, que esté más pensando en la agresión, más en lo malo que en lo
bueno. Hay poca tolerancia .
Y como pareja, ¿qué
les gustaría? Estamos bien, la
verdad es que tenemos una pareja re linda, con sus momentos buenos y malos.
Pero ¿es "EL
hombre"? Sí. No me equivoqué.
¿Cuál es el valor más
importante de la vida? El respeto. También la
solidaridad.
Te propongo un
ejercicio de imaginación: si volviera el tiempo atrás, de aquello que se podría
cambiar, ¿qué cambiarías? Hubiera tenido a mi
primer hijo antes. A veces pienso eso y otras veces siento que esa sensación de
pareja, de estar dos años solos, está buena.
¿Qué te gustaría que
Bernie dijera de vos? Que no se equivocó,
que soy su compañera y que soy el amor de su vida.
Y cuando ya no estés
en el mundo, ¿cómo te gustaría que te recordaran tus hijos? Atrás de la cocina, momentos... (se interrumpe, no
puede seguir) me hacés llorar...
¿Te sentiste cómoda? Sí. Re.
¿Hay algo de lo que
hablamos que preferís que no salga? No,
está todo bien.
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